Durante los últimos años el sector de la construcción más implicado en el desarrollo y conocimiento del BIM ha (hemos) clamado para la implantación de un estándar que nos permitiera no solo comunicarnos sino conocer de antemano los criterios de modelado o lectura de un modelo para una mejor y más rápida comprensión del mismo.
Sucede como con otras cosas de la vida que todo tiene una cierta relación. En los últimos tiempos y como consecuencia de que tras la crisis, o precisamente a consecuencia de la misma, se nos ha agudizado el apetito de clientes, hemos salido a buscarlos allende nuestras fronteras naturales. Es por ello que nos vemos de manera simultanea pegándonos en este momento con procedimientos y normativas de tres comunidades autónomas diferentes, con los correspondientes visados de distintos colegios de la misma profesión y con la incomprensible varianza entre los requeridos burocráticos, normativos, humanos y divinos en función de que tu proyecto se encuentre unos cientos de kilómetros más allá o más acá.
Por el camino leemos en distintos puntos de la red la imparable afición de los afectos al BIM por desarrollar en los distintos lugares geográficos de este territorio tan proclive a la diversidad, los esfuerzos paralelos por el desarrollo de documentos, guías, estándares, y otras Bi(M)blias que aspiran a convertir, una vez más, los requeridos, documentos y necesidades en un mar espeso y tormentoso para los que al fin y al cabo, debemos entregar un proyecto, visarlo, validarlo y además BIM mediante, construirlo.
Y sin acritud, de verdad, sin ganas ni afición a las polémicas me pregunto ¿donde quedó aquel grito en el desierto que clamaba por un estándar?
Construcción y estandarizacion son conceptos casi incompatibles Miguel¡¡ mucha razón..